Por: Daniel Regalado R., 26 de marzo de 2025
Recientemente, he estado leyendo el libro “La Supervivencia del más sociable” de Brian Hare y Vanessa Woods. Esta obra nos ofrece una perspectiva fascinante sobre la evolución de la sociabilidad humana y cómo la presión evolutiva nos llevó a convertirnos en una especie colaborativa, donde el trabajo en equipo ha sido clave para la supervivencia y el éxito.
Me ha resultado interesante la comparación entre lobos y perros: cuál de los dos es más sociable? ,Cuál es más numeroso? Cuál vive una vida más agradable? La respuesta es clara y nos deja una gran enseñanza cuando entendemos el porqué.
Ahora llevemos esta reflexión a un escenario más cercano, y aunque a veces salvaje, también profundamente humano: la política en la República Dominicana.
En los últimos 30 años, cuatro hombres han tenido el honor y la responsabilidad de dirigir nuestra nación. Sin embargo, entre ellos, uno se distingue, no solo por sus aportes, sino por la forma en que ha transitado y todo lo que le ha tocado enfrentar dentro de la política: con inteligencia, visión y sobre todo, con principios inquebrantables, Leonel Fernández ha vencido los más grandes obstáculos.
Tuve el privilegio de conocer a Leonel hace unos 35 años, cuando era candidato a la vicepresidencia. En aquel entonces, mis ojos de adolescente se enfocaban en Juan Bosch, pero también noté a ese joven cuyo traje parecía quedarle grande, aunque su mirada reflejaba algo más: respeto, inteligencia y una profunda lealtad a su líder, el Prof. Juan Bosch. Años después, él era el candidato a la presidencia. En política, la lealtad es puesta a prueba constantemente, y solo los verdaderos líderes logran mantenerse firmes, sin perder su esencia.
Ahora Competiría con figuras de peso, como Norge Botello, Euclides Gutiérrez Félix y Franklin Almeyda. Cuando le llegó el turno de hablar, pronunció una frase que nos dejó atónitos a todos:
“Si no fuera porque soy candidato, votaría por cualquiera de mis compañeros, pues los respeto y admiro profundamente.”
De ese momento, hace ya unos 30 años. Muchos dominicanos comenzamos a ver en él algo diferente, un político con valores, en un mundo donde la traición y la deslealtad son moneda común.
Leonel gobernó por 12 años y dejó un legado indiscutible:
A) Conectó el país con una infraestructura moderna.
B) Aprobó leyes que atrajeron inversión extranjera.
C) Puso a la República Dominicana en el mapa global.
D) Institucionalizó el Estado.
E) La constitución de 2010
Pero, como ha sucedido con todas las grandes figuras de la historia, al dejar el poder, comenzó una campaña despiadada para destruir su nombre y su legado. Se usaron todos los medios posibles para sacarlo de circulación:
1- Se trajo un narcotraficante para intentar vincularlo.
2- Se ordenó a todo el aparato estatal bloquear su pre-candidatura.
3- Se compraron voluntades y se intentó humillarlo dentro de su propio partido durante 8 años.
4- Se le empujó hasta hacerlo tomar la decisión más difícil: abandonar el partido que tanto amó.
A pesar de todo, Leonel jamás ripostó con odio. Nunca traicionó sus principios ni su dignidad. Incluso, respetó el derecho, de su entonces pareja, de tomar un rumbo distinto. Llevó su calvario en paz, confiando en su verdad y en la justicia del tiempo.
Hoy, los mismos que lo llamaron muerto político, conspiran desde la sombra porque saben lo inevitable: Leonel Fernández está más cerca que nunca de volver a dirigir los destinos del país. Y lo más grande de este momento es que ha llegado aquí sin traicionar, sin vender su alma, sin deshonrar su trayectoria.
Cuál ha sido su secreto?
Un mensaje claro y constante.
Una disciplina inquebrantable.
Un liderazgo basado en la verdad y el bien común.
Este es mi mensaje para cada miembro de la Fuerza del Pueblo:
En cada aspiración, en cada proyecto, en cada lucha que emprendamos, pongamos el bien común por encima de los intereses individuales. Solo así avanzaremos juntos en la dirección que nuestra República Dominicana necesita.
Volveremos al poder.
Con Leonel.