Por: Francisco Cruz Pascual, secretario de cultos de FP
La importancia de los órganos electorales en la democracia es básica. Sin ellos funcionando en forma efectiva, eficiente y transparente, los sistemas democráticos no garantizan la participación del soberano en los procesos electorales. Son los procesos electorales los que dan legitimidad a la democracia. Y es de esa forma, porque cuando los ciudadanos van a las urnas a emitir su voto, y observan que los órganos electorales garantizan el cumplimiento cabal de la voluntad popular, entonces, se colocan en disposición de volver a las urnas para dar vida legítima a la democracia.
Mientras mayor cantidad de ciudadanos asisten a votar en las elecciones, mayor vida legítima adquiere la democracia.
Por esa razón tan simple y sencilla, es que las personas con derecho al voto deben percibir seriedad en las instituciones electorales. Es que la ciudadanía debe percibir que estas instituciones se instituyen para garantizar efectividad y eficiencia a en la gestión de sus procesos administrativos, avanzando cada día en la observación de las reglas establecidas por el régimen democrático.
La gente común debe observar (en forma recurrente), que estas instituciones se manejan con transparencia, responsabilidad y compromiso, buscando alcanzar con su accionar, los propósitos de su razón de ser.
Una gran parte de la ciudadanía espera que los delicados procesos que estos organismos ejecutan, estén visibles a los ojos de la ciudadanía. Esta condición le otorga calidad legal, ética y moral para certificar que los asuntos cuestionables de la gestión, puedan ser auditados desde la percepción del ciudadano común y desde cualquier agencia autorizada para tales fines. En ese sentido, los sistemas electorales deben ser percibidos como organismos independientes, con capacidad para conducir y verificar elecciones libres, justas y en forma regular.
Es de esa forma que los órganos electorales se conviertan en elementos confiables, esenciales y legítimos, para asegurar el apoyo y la participación democrática de los partidos y movimientos que procuren a través del proselitismo, alcanzar el poder o una parte de él.
Los ciudadanos cada vez más procuran gobiernos transparentes, que sirvan a cabalidad con propósitos efectivos en la resolución de los problemas de la gobernanza, urgiendo a los lideres a reconocer, que la buena gestión de los asuntos públicos exige instituciones gubernamentales que demuestren en sus prácticas la efectividad requerida para crear confianza en la ciudadanía.
Por esa razón es tan importante que se perciban representativos, transparentes y públicamente responsables de sus quehaceres constitucionales. Para construir confianza, la ciudadana debe percibir la existencia de controles efectivos y la existencia de un verdadero equilibrio y separación de los poderes, tal y como lo plantea la Constitución.
La actual Junta Central Electoral (JCE), ha sido ejemplar en el cumplimiento de sus funciones como árbitro electoral, y demás, ha promovido la cooperación entre ella, como entidad nacional y las entidades nacionales del hemisferio, las que tienen responsabilidad ante el desarrollo, el mantenimiento de los procedimientos y las prácticas para la preparación, presentación y verificación de procesos electorales.
La JCE ha tenido muy presente, la recuperación de su prestigio institucional, no solo con su actitud y compromiso administrativo, sino también, teniendo en cuenta que el acceso a las actuales y nuevas tecnologías de la información y comunicación tiene un creciente y significativo impacto en la vida de las personas. Por sus resultados, la JCE tiene plena conciencia de que el mundo de la información y la comunicación ofrece oportunidades importantes para el desarrollo democrático. Por esa razón, ha mantenido efectivos sus departamentos, a través de la actualización de los equipos y la preparación técnica de sus empleados. De esa forma ha podido recuperar el control, a través del trabajo de los departamentos responsables del mantenimiento de dichas herramientas, y de la computación de los resultados electorales.
Por otro lado, la presidencia de la JCE ha sido eficaz en sus relaciones con los medios de comunicación, consciente de que estos desempeñan un papel importante en la promoción de una cultura democrática, porque aseguran por vía de sus ejecutorias, que los procesos y las acciones de las organizaciones se conozcan a detalle y en tiempo real.
La actual Junta Central Electoral ha sido transparente, ha mantenido una comunicación diáfana, que ha creado confianza en los procesos electorales y ha desarrollado una encomiable labor de gestión administrativa. Estas son sobradas razones para que los jueces que la componen, puedan repetir en sus funciones, para que continúen fortaleciendo institucionalmente ese importante órgano de la democracia y del Estado nacional.